De paso por Chile

Posted: January 25, 2015 in Chile

This slideshow requires JavaScript.

Es aquí donde empieza nuestra carrera. Nuestro propio Dakar. Justo después de dejar Argentina. Y es que aunque no nos gusta viajar rápido, en esta ocasión no nos queda más remedio. Hemos de llegar a Bolivia y Perú cuanto antes. Un vuelo nos espera en 40 días y tenemos que sacrificar algún lugar. Chile lo visitaremos, pero no será esta vez cuando lo vivamos.

Nuestro primer destino es Valdivia. Un largo recorrido en autobús atravesando los Andes nos lleva hasta esta ciudad casi costera. Conocida principalmente por su mercado fluvial y como lugar vacacional para chilenos. Estamos precisamente en sus vacaciones de verano. El paseo rebosa de vida. La gente camina por el muelle, los niños corren disfrutando de sus días de libertad bajo el sol y el resto vende o compra tours que les llevan hasta algún paraje cercano a la ciudad.
El mercado fluvial también se encuentra hasta la bandera. Locales gritando para vender su producto. ¡Salmón! ¡Choros, choritos! ¡Merluza!. Y mientras tanto detrás de ellos los leones marinos reposan sus pesados cuerpos sobre plataformas situadas en el río justo debajo del mercado. Esperando supongo a hacer la digestión del último atracón de comida para volver a meterle bocado de nuevo a las tripas de pescado que se arrojen desde arriba.
Y después de dos días de comer pescado, ceviche, marisco y por supuesto palta (aguacate) decidimos abandonar el lujoso hostal donde estábamos. Lujoso es mucho decir quizás, pero sí que tenía todas las comodidades, y es que esta estancia era fruto del regalo de cumpleaños de la jovenzuela de la pareja.

Viajamos por la noche en autobús hasta el siguiente lugar, Valparaíso. Doce horas que dejan huella cuando sales y afrontas el día. Pero qué le vamos a hacer… Una noche de alojamiento que nos ahorramos. Aquí por suerte nos esperaba un amigo que habíamos hecho haciendo dedo en Patagonia, Victor.
Era fin de semana, sumado esto a que eran vacaciones, toda la familia de Victor se encontraba en casa. Ésta está situada en uno de los cerros, desde donde se puede observar toda la bahía, incluso Viña del Mar, una población cercana a Valpo (como ellos mismo llaman a Valparaiso).
Tres maravillosos días que compartimos con toda la familia, a la hora de la comida y del once (cena para los chilenos). También aprovechamos, con Víctor como guía, para visitar la ciudad, e incluso uno de los días para recorrer, junto a su hermana y su prima, unos cuantos cerros y de paso empaparnos de la cultura de esa parte de la ciudad menos visitada. Una estancia que nunca olvidaremos por la preciosa forma que tuvieron de acogernos.
Incluso la noche del sábado tuvimos la oportunidad de probar de la mano del primo de Víctor el famoso melón con vino blanco y helado de vainilla. Una cosa extraña para nuestro paladar, pero que si se usa con moderación como herramienta para solucionar el mundo, es bienvenida.

Próxima parada, Caldera. Y es que teníamos que buscar un lugar entre Valparaiso y San Pedro de Atacama, ya que entre estas dos ciudades hay nada más y nada menos que 24 horas de autobús. Elegimos Caldera ya que se encuentra justo a mitad de camino, pero no solo por eso, junto a esta población hay otra llamada Bahía Blanca que destaca por sus lindas aguas. Quizás esto último es lo que más pesó para nuestra decisión. ¡Bañador, aguas cristalinas, playa!
Recalamos en Caldera a eso de las 7 de la mañana tras otra noche de sueño entrecortado en un autobús. Sin destino fijo vamos en busca de algún hostal bueno, bonito y barato. Por supuesto la búsqueda se torna infructuosa por dos factores: las horas intempestivas incompatibles con los ritmos letargosos del chileno y lo caro que se pone Chile medida que subes. Es decir o no nos abría nadie o no eran acordes con nuestro presupuesto. Pero finalmente tras un rato de espera alguien nos abrió en hostal llamado “El ají rojo” y aquí es donde decidimos quedarnos.Bajo un sol abrasador, no nos olvidemos que ya estamos en desierto de Atacama, fuimos caminando hasta Bahía Blanca, y con las orejas chamuscadas llegamos hasta sus hermosas playas. La verdad es que el lugar es muy bonito pero queda desmejorado por el masivo turismo que aquí acude, en su mayoría chilenas y chilenos.

Dos días de jugar a palas en la playa, de comer bien, de algún bañito que otro, de paseos por la orilla y simplemente de disfrutar de la presencia del sol y del mar. Consecuencias: piel abrasada, sobre todo la de la chica de ojos claros, gasto en protector solar y renovación de energías. Estamos a nada de llegar al altiplano, lo que significa frío.

Como decía también comimos bien, no solo porque el hostal contaba con una de las cocinas más completas sino porque además un día decidimos darnos un homenaje. ¡Ala! La casa por la ventana. ¡Ya vale de mirar la pela! ¡Un día es un día! Degustación de marisco y pescados al estilo chileno. Entre otras cosas, camarones al ajillo, choros (mejillones) al pilpil, ceviche de pulpo y locos (algo parecido a las vieiras) a la parmesana.

¿Lo siguiente? Lo de siempre. Autobús. Doce horas intentando dormir. Llegada al siguiente y último destino en Chile, San Pedro de Atacama. Otra vez sin lugar definido. La primera señora que se acerca nos ofrece el mejor precio de entre aquellos que habíamos hallado a través de internet. Así que no nos lo pensamos dos veces.
Ya estamos en altura y eso se nota. Se respira peor y hace frío si se nubla, llueve o cae la noche. Todo lo que nos rodea es árido. La vegetación puntualmente se hace un hueco entre la yerma planicie. Siempre junto a algún arrollo. La ciudad, otro baño turístico. Esta vez al estilo Disney World. La calle principal abarrotada de agencias que ofrecen tours, restaurantes turísticos y tiendas que venden toda clase de artículos tradicionales y otros no tanto. Pese a todo le conseguimos sacar el lado bueno.
Esta ciudad es un paraíso de la construcción con tierra y eso nos animó. Más sobre todo si tenemos en cuenta que el primer día, todavía sin desayunar, nos encontramos con que están restaurando la iglesia de San Pedro y que además contaban con la posibilidad de integrar voluntariado. Una vez más no lo dudamos, contactamos con una chica que trabajaba allí, que resultó ser de Valencia y al día siguiente ya estábamos participando de su restauración.
La iglesia tal y como la observamos hoy es una construcción del siglo XVIII. Completamente hecha en adobe, incluso el techo, y de madera de árboles y cactus locales. La reforma consistía principalmente en: restaurar la estructura para hacerla sismo-resistente mediante una técnica de cuerdas perpendiculares entre sí que abrazan horizontal y verticalmente cada pared, restaurar la madera si se podía y sino renovarla, pero manteniendo siempre en cada parte del proceso, con el máximo rigor, la concepción original de esta obra.

Por otra parte, aunque no compramos ningún tour, como de costumbre, tuvimos la oportunidad de conocer la zona alquilando una bici por todo un día.
También como es costumbre nos pegamos una buena paliza. Sesenta kilómetros que nos llevaron hasta El Valle de la Luna, El Valle de la Muerte, la Garganta del Diablo, e incluso hasta equivocarnos durante unos diez kilómetros. Pues erramos nada más comenzar a movernos, elegimos el peor momento del día posible para ir a conocer El Valle de la Luna, las dos de la tarde (lo que significaba un sol insoportable que nos obligaba a parar cada vez que veíamos una sombra, algo que escaseaba en este valle) y por si fuera poco, ya de regreso con nuestras bicis y sin un refugio a la vista, comenzó la tormenta perfecta. Frío, fuerte viento en contra y lluvia. No duró mucho la tempestad pero lo suficiente como para vivirla de principio a fin y como para querer ir al hostal a darnos una ducha calentita y descansar hasta el día siguiente, el cual aguardaba queriendo presentarnos al siguiente país, Bolivia.

* Música de Camilo Gómez Camblor, gran artista chileno de charango a quien tuvimos el gustazo de conocer y el placer de oír muy en directo.

Comments
  1. Vito says:

    Queridos amigos, hermanos, gente de la ruta, nos conocimos haciendo dedo y quien diría que estarían junto a mi y mi familia en mi casa. Solo espero que durante la vida, nos sigamos encontrando, con esa gente linda que disfrutamos de charlar, del pasado,presente y futuro. Con quienes gustamos de caminar, recorriendo lugares, buscando esos hermosos detalles que albergan las ciudades y pueblitos, su gente!
    Creo que somos personas que albergamos cosas tan comunes, que somos fáciles de complacer, como también tan diferentes, que poseemos una rica historia por dar a conocer, nutrida por variadas culturas y familias… creamos nuestro mundo rodeándonos de aquellos que disfruten de hacerlo, de crear, de cambiar, siempre viviendo con el corazón en la mano, y la mente muy clara de lo que nos rodea nuestra desigual y constante sociedad.
    Un abrazo gigante, las palabras no aguantan los sentimientos, pero ya nos encontraremos, quien sabe quizás por donde.
    Un Abrazo y que disfruten la ruta!!!

    • sagutxus says:

      Grandísimo Víctor! Qué bonito proceso de descubrimiento el nuestro! Esperamos volver a encontrarte en ese camino, y si es en nuestro lado del océano, ofrecerte por lo menos el maravilloso trato que recibimos por parte tuya y de toda tu familia. Os recordamos con muchísimo cariño!!! GRACIAS!!!

  2. Camilo Gómez says:

    Hola Eder y Gisela! espero estén teniendo un lindo viaje! Dónde están?? Muchas bendiciones para ustedes donde sea que estén. Honrado que este mi música acompañando ésta palabras, Muchas gracias! abrazo para ambos!

    • sagutxus says:

      Lindo Camilo! Estamos en el norte del continente, ahorrando como hormiguitas para poder volver a volar! Que bueno fue conocerte y compartir ideas!!! Y sobre todo llenarnos los oídos con tu tan sensible música!
      Donde podemos escribirte en privado? Perdimos todos vuestros contactos…

Deja un comentario